¿Cuál es el sentido de
usar la tecnología en el aula?
Un programa
multimedial interactivo puede convertirse en una poderosa herramienta
pedagógica y didáctica que aproveche nuestra capacidad multisensorial. La
combinación de textos, gráficos, sonido, fotografías, animaciones y videos
permite transmitir el conocimiento de manera mucho más natural, vívida y
dinámica, lo cual resulta crucial para el aprendizaje. Este tipo de recursos
puede incitar a la transformación de los estudiantes, de recipientes pasivos
de información a participantes más activos de su proceso de aprendizaje.
Estas tecnologías
permiten al maestro revelar al alumno nuevas dimensiones de sus objetos de
enseñanza (fenómenos del mundo real, conceptos científicos o aspectos de la
cultura) que su palabra, el tablero y el texto le han impedido mostrar en su
verdadera magnitud (ver Ventajas pedagógicas y didácticas de la TIC).
A través de estos
nuevos medios el estudiante puede experimentar el conocimiento de una manera
que resultaría imposible utilizando fuentes de referencia tradicionales. El
acceso a estos recursos incide positivamente en la disposición que muestran
los alumnos para profundizar y enriquecer su conocimiento indagando más
fuentes de información. Con el soporte de este engranaje interactivo, la
curiosidad e imaginación del alumno se transforman en un poderoso dispositivo
capaz de irrumpir en vastos dominios del conocimiento.
Diversos estudios han
mostrado que, en comparación con la clase tradicional, los programas
multimediales pueden ayudar al estudiante a aprender más información de
manera más rápida. Algunos estiman que se puede ahorrar hasta un 80 por
ciento de tiempo en el aprendizaje (ver Aprendizaje, eficiencia y
multimedios).
Ciertas
investigaciones han mostrado que la presencia de varios medios ayuda a
incrementar el aprendizaje. Por ejemplo, se ha encontrado que los niños
aprenden mejor el contenido de un texto cuando tiene ilustraciones. Asimismo
se ha establecido que cuando los estudiantes pueden escuchar una descripción
verbal simultáneamente con una animación, aprenden más que cuando sólo oyen
la descripción o ven la animación. Es bien conocido el supuesto, según el
cual, la gente aprende un 10 por ciento de lo que lee, un 20 por ciento de lo
que escucha, un 30 por ciento de lo que ve y un 50 por ciento de lo que
escucha y ve.
El maestro puede
cualificar su trabajo en el aula aprovechando las posibilidades que ofrecen
las TIC. Por ejemplo, diversificar y enriquecer los contenidos académicos a
los que hace referencia, aprovechando las múltiples fuentes de información de
internet; puede mejorar las propuestas de escritura que propone a sus
estudiantes utilizando el procesador de texto, lo cual les permite que se
concentren más en elaborar, ampliar o precisar aspectos de contenido que en
corregir aspectos formales del texto, en algunos casos, irrelevantes. También
aumentar la motivación hacia la lectura ofreciendo a los estudiantes escritos
en formato hipermedial, y fomentar la capacidad de trabajo en grupo mediante
herramientas como el correo electrónico o el chat.
Agregar valor a los
procesos educativos que se desarrollan es lo que da sentido al uso de tecnología
en el aula, lo que implica conocer qué se está haciendo bien y mal, y cuáles
son los estados deseados y por qué. Puede tener sentido, dentro de este
contexto, intentar agregar valor con una o más iniciativas (ver Tecnologías y
valor agregado).
Es importante que el
docente tenga una idea muy clara del potencial de cada uno de los recursos
tecnológicos a su alcance, así como de las limitaciones de un proceso
educativo, saber diagnosticar en vivo y en directo y a partir de información
articulada. Sobre esta base, el docente debe ser capaz de diseñar y poner en
funcionamiento ambientes de aprendizaje.
Las tecnologías,
en especial las TIC, deben ser parte integral de la educación moderna,
permitiendo con su uso efectivo llevar a cabo la misión de divulgación e
investigación en las instituciones educativas. El computador debe sobrepasar
sus funciones tradicionales, como simple herramienta de procesamiento de
texto y computación individual, para convertirse en herramienta de uso
comunitario que facilite el desarrollo y la coordinación de tareas
cooperativas con base en la información. Las actividades escolares
colaborativas, desde cualquiera de las áreas temáticas del currículo, son el
eje de innovación en aspectos socioculturales propios del entorno pedagógico.
Este tipo de actividad tecnológica involucra el desarrollo y crecimiento del
talento humano como un proceso cooperativo espontáneo y efectivo,
contrastando con la actual cultura basada en la competitividad y la propiedad
intelectual.
Estas actividades
cooperativas permiten la comunicación, tanto interna como externa, de tal
forma que el grupo que trabaja en un proyecto dado pueda intercambiar
información con otros. En este proceso los grupos pueden consultar diferentes
aspectos del diseño, recibir datos pertinentes, consultar directamente a
expertos nacionales e internacionales y, en general, desarrollar las
habilidades de comunicación y sistematización de información que son
centrales en el proceso científico y tecnológico.
Fuente: Al tablero
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