jueves, 1 de mayo de 2014

LAS TIC EN LA EDUCACIÓN: OPCIÓN MÁS QUE OBLIGACIÓN

Durante los últimos años ha cobrado particular relevancia el papel de las tecnologías en la educación. Desde diferentes posturas se ha argumentado que la presencia de recursos tecnológicos en ambientes educativos contribuye a mejorar la forma  cómo se aprende. Sin embargo es de anotar que existe poca evidencia concreta que esto así sea. Es más la "onda" positivista frente a las posibles bondades de los recursos, que lo que se pueda en efecto haber comprobado.
En la década pasada, en Colombia se iniciaron programas masivos para la dotación de computadores en escuelas y acceso a Internet, con sus más y menos, sin duda tales iniciativas han permitido que miles de comunidades del país accedan a recursos TIC.

Ahora, ¿qué tanto ha influido las TIC en mejorar las condiciones de aprendizaje de los estudiantes en las regiones? Tal vez no tengamos la respuesta, debido a la ausencia de estudios amplios, profundos y consistentes sobre la materia. Sin embargo las experiencias de éxito que se han identificado a pesar de ser aisladas, son fruto principalmente de esas iniciativas individuales de aquellos docentes que han encontrado en la creatividad y recursividad recursos para sacar el mejor provecho de los pocos o muchos recursos TIC con que cuentan en su entorno.
Por otro lado, tal pregunta podría responderse desde un enfoque de competencias basado en las pruebas que anualmente se aplican a los estudiantes. En este caso, aunque los resultados no dependen de forma directa del acceso a los medios tecnológicos, sí indica que estos han influido poco en mejorar el desempeño en áreas como lenguaje, ciencias o matemáticas. Solo para tener un referente, las pruebas PISA de lectura digital de jóvenes de 15 años, en las que Colombia participó, mostraron en forma muy evidente la pésima capacidad de los estudiantes en buscar información, analizar y hacer un uso pertinente de la misma. En pocas palabras, fluidez digital limitada. Que contradicción: más computadores en escuelas y hogares; y pobres desempeños en competencias básicas.
Pero entonces, ¿vale la pena seguir haciendo esfuerzos en mejorar las condiciones de acceso a la tecnología en ambientes educativos? Por supuesto, aunque no debe ser el único frente ni el más relevante. Lo que se requiere es acompañar a las comunidades educativas a entender que lo importante no es manejar computadores, desarrollar contenidos digitales o dictar clases a través de plataformas virtuales. Lo que se necesita comprender es que el mundo de hoy tiene unos pilares metodológicos básicos para funcionar y que algunos han llamado competencias del siglo XXI: aprender a aprender, aprender del otro y con el otro, adaptabilidad al cambio, creatividad y pensamiento crítico son algunas. Estas competencias se pueden adquirir sin computadores y otros cuantos más dispositivos, solo que estos en la época actual pueden ayudar a potencializarlas.
Se necesita concentrarse en el cómo y no tanto en el con qué. Las inversiones y esfuerzos deben estar centrados en acompañar a los docentes a crear espacios de aprendizaje, colaborativos, propositivos, críticos y estos pueden ser con o sin tecnología. O ¿es que acaso antes de Internet no existían maestros innovadores, apasionados e inspiradores?
Desde nuestra publicación digital gratuita: Aprender y educar con las tecnologías del siglo XXI les compartimos una serie de experiencias y reflexiones en torno al papel que juegan las TIC dentro y fuera de las aulas de clases, viéndolas como complementos e instrumentos de los procesos de enseñanza-aprendizaje. 

Oswaldo Ospina
Coordinador de TIC – Educación

Corporación Colombia Digital

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